miércoles, 18 de marzo de 2009

Con los años que nos quedan por vivir



Los años cada vez duran menos. Son demasiado cortos. El tiempo es sólo un espacio
que cuento por noches. Así nos vamos a dormir y amanecemos con un día más. Sin embargo ayer era joven y anteayer adolescente.
El espejo a fuerza de mirarte cada día no muestra los cambios. Claro que al verte en fotografías en las que en su día no te gustabas, ahora te encuentras estupenda.
Es indudable que uno cambia físicamente pero, ¿en nuestro interior no nos sentimos como cuando teníamos, por ejemplo, treinta?
El espacio que separa esas otras etapas vividas es cercano en el recuerdo, para mí.
Así que me pregunto, ¿Cómo será para mis padres?, ¿Y para mi abuela que ayer fuimos de compras y me decía: hija, pensar en el tipito que tenía yo…? Sin duda no se ven como les vemos, sin duda no me ven como me veo. ¿Necesitaremos todos gafas?
El cuadro es de la pintora portuguesa afincada en Londres, Paula Rego

sábado, 14 de marzo de 2009

Rojo



Me acoge y me acomoda hacia delante y hacia atrás y es que el amor es rojo.
Rojo es el color de las pasiones y la mía ha tardado siete años. Claro que ese color también es el tono de lo prohibido pero como pago yo no le queda más remedio que obedecer. Aun así ando a tientas, a modiño porque quiero conservarlo y tenerlo siempre apunto para cuando me apetezca subirme a él. Todavía no nos entendemos bien porque es norteamericano. Su nombre suena como el de ese actor, Cruise pero lleva una “ r “ al final. O sea, Cruiser. Es un piel roja auténtico procede de una buena familia los Chrysler de toda la vida. Claro que todavía no estoy enamorada sólo lleva conmigo unas horas.
¡Tengo coche nuevo!


La pintura es de Walasse Ting

jueves, 12 de marzo de 2009

Negro


Por tres veces negra, como el pozo de la noche se quedó la pantalla del ordenador.
Por tres veces no me quiso guardar los datos y por tres veces volví a reanudar el trabajo que me ha mantenido alejada de esta diario de bitácora.
Desde una ventana de mi casa que da al mar, hoy,a las siete, he desayunado con la luna llena sobre la isla de Tambo y Lourido, acompañada de un señor de negro que apenas esboza una sonrisa y que canta como los ángeles. Me ha gustado tanto su compañía que para que no se vaya lo he encerrado en “favoritos”. Se ha resistido pero finalmente me dijo su nombre: Vitorino. Le he prometido dejarle salir de vez en cuando y sólo liberarle cuando consiga localizar el disco de su concierto en el auditorio cultural de Belem.