domingo, 31 de mayo de 2009

Alma de artista


Examina atentamente todo o que sucede o seu arredor e lle engade a súa capacidade de resposta que non deixa nunca de sorprenderme. Podería pintar e ofrécenos a súa visión do mundo a través de intensas paisaxes pero o noso "Ja" atopou outros fíos condutores para amosarnos a súa realidade.
Así, utiliza as cordas do violín e da guitarra para levarnos pola escala do pentagrama. As letras xuntaas para escribir textos intelixentes, e os movementos da danza para voar como Billy Eliot. A súa imaxinación , en definitiva, envolvea, nos seus doce anos, para regalala, polo de agora ,ós mais achegados.
Onte o noso "Ja" e os seus compañeiros do "Laboratorio AFI" leváronme da man por cidades imaxinarias. Así que do mismísimo Teatro Principal,convertido en porto galego, marchamos cara a Brasil, Nova York e Marrocos. A viaxe durou , tan só,corenta e cinco minutos pero foi espléndida. O publico posto en pé aplaudiu a rabiar.
Non sei se habería olleadores, como no fútbol, pero alí estaban algúns dos futuros artistas que, en pouco tempo, van facernos rir e chorar no patio de butacas.

martes, 19 de mayo de 2009

Besos

Hay besos inolvidables. Suelen ser casi todos cinematográficos.
¿Mi favorito? El beso de Spiderman.

sábado, 16 de mayo de 2009

Huesos


Con los huesos de mi mano un collar
con los de mis pies una pulsera.
A modo de guarda besos, utiliza mi calavera.

No sé si será un placer heredar
un peroné y una tibia
pero si te los quieres quedar
añado también mi rodilla.

Con el ileón, isquión y pubis de mi cadera
puedes hacerte remero.
Mira que soy zalamera
cuando te regalo un velero.

Tengo para darte una treintena de alcayatas.
Son puñales infernales.
Son mis vértebras cervicales
que se subastan baratas.

Pero para hacer música, mis veinticuatro costillas
Incluyo las dos flotantes
Puedes entrar a hurtadillas
por escalas delirantes.

Mis huesos del oído
llévalos en bandolera.
Martillo ,Yunque y estribo
para cantar una habanera.

Húmero, cubito y radio multiplican los abrazos
Guárdalos sin algodones
Y no olvides echar un vistazo
A los huesos escafoides
Dentro de mis zapatos de tacones.

Ya me parece bastante regalarte mi esqueleto
Así que a falta de huesos
Dejo el poema incompleto.

La imagen pertenece a Kostnice (Capilla de los Huesos) en la ciudad medieval de Kutna Hora a 80 km. de Praga.

viernes, 1 de mayo de 2009

El Coyote



Es un soñador al que le gusta entonar canciones de Negrete y tangos de Gardel. Cuando se le queja ese corazón que tiene grande, grande para acogernos a todos en él no para de hablar. Así que, mientras estábamos en la sala de Urgencias tuvo a todo un auditorio, de casos urgentes, pendiente de él. Yo observaba la escena que bien la podría haber preparado Almodóvar: Siete personas en sillas de ruedas, vestidas con esas batas azules que dan un aire de fragilidad e indefensión y que además a poco que se descuiden les dejan con el culo al aire. Todas con una vía abierta en las venas, menos él .Él dos, una en cada brazo.
A falta de caballo, las ruedas, y sobre sus rodillas, el galán de la película, sujetaba su inseparable sombrero mientras relataba el encuentro que hace años, cuando ejercía el deporte de la caza, tuvo con un lobo. Contaba, como sólo él sabe hacer, como a pesar de tener al animal en el punto de mira no le disparó. Los “urgentes” estaban entusiasmados y pensé que de un momento a otro iban a estallar en aplausos. Después la tertulia giró, no podía ser de otra forma, sobre el morir y se estableció un debate de cómo podría ser la mejor manera de abandonar este mundo. El galán volvió entonces a recuperar protagonismo cuando un “urgente” señaló que morir ahogado debía ser lo peor. Él tenía su propia historia y contó cuando hace un año se ahogó con un trocito de comida y vio pasar en un instante fugaz los mejores momentos de su vida hasta que perdió el conocimiento. Decía, en menos de un segundo te vas para siempre…y añadía con esa retranca que tienen los gallegos, lo importante es no dejar nunca de respirar. Al tiempo, me miró y me dijo, “las cenizas, ya sabes, al Monte de la Sierra”.
Mirando a mi padre, viendo su actitud, su compostura, su forma de cabalgar en silla de ruedas con el sombrero sobre una de sus rodillas me encontré frente a frente con Don César de Echagüe, “El Coyote” del que tantas historias me contó cuado yo era niña.