martes, 28 de junio de 2011

Como un cementerio de elefantes




No sabía, hasta que vi la foto, que los libros, al igual que hacen los elefantes, eligen donde sucumbir, es decir, tienen su propio cementerio.
Desaparecen de las estanterías cuando se encuentran agonizantes para ir junto a otros como ellos. Son los libros olvidados, los perdidos, los que se han borrado de la memoria o los que hemos dejado de lado. Así, encuentro explicación, a que en ocasiones no localice en casa, por más que busque, algún que otro volumen.
Los libros que antes suelen desaparecer son aquellos que nunca han sido leídos y que sucumben lentamente entre otros manoseados y felices.
Desahuciados se encuentran esos otros ejemplares que has dejado a medias y
en estado gravísimo aquellos que de momento, y de esto ya hace tiempo, sólo has hojeado. Y es que hay libros que solamente son aves de paso. Sin embargo, otros, se instalan para siempre en tu vida.
Yo, poseo uno al que tengo un inmenso cariño. Lo compré en una feria del libro usado en 1982. Es una de esas ediciones baratas de Salvat (1973). Lo he releído en múltiples ocasiones y sigo llorando en la página 139. Tiene un olor especial. Yo siempre digo que huele a la esencia de su protagonista.
Sus páginas han pasado del blanco al sepia, y como algunas se desprendieron, hace unos meses lo llevé a encuadernar. Elegí piel canela para sus tapas e hice que grabaran debajo del título, “Flush”, la silueta de un cocker.
La historia comienza con un encuentro:
“Ella era una mujer, él un perro. Se contemplaban. Entonces se subió Flush de un salto al sofá y se echó donde había de echarse toda su vida…en el edredón, a los pies de miss Barrett”.

(Flush fue escrito por Virginia Woolf como un divertimento cuando aún no había concluido Las olas).

domingo, 19 de junio de 2011

Mi padre. El gran soñador



Sus mejores pensamientos dice que le llegan siempre que está en la horizontal. O sea, tumbado en la cama.
Jubilado de algunas pasiones por enfermedad, desarrolla un sentido del humor ácido. A sus setenta y tantos años está enganchado al sintrón por tener un corazón que ha querido tanto, según dice.
Ayer en la sobremesa, tomando café, me interesé por su salud.
Y con esa sorna que sólo él tiene contestó:
“No te tienes que preocupar porque anoche soñé con San Pedro y me comunicó que aún voy a tardar en visitarle. Hasta que todos mis hijos tengan trabajo”.
Solté una carcajada y él rápidamente añadió: “…Y todos mis nietos”.

(El gran soñador disfruta de cinco hijos y cinco nietos .Sólo tres miembros de su familia tienen empleo)

domingo, 12 de junio de 2011

Siemprevivas



Alicia Zulategui





Tengo, tengo, tengo…

Macetas pequeñas para las azules no me olvides.
Y prendidos en el pelo de olorosos jazmines.
Lirios que envían lejanos saludos…

Tengo, tengo, tengo…
Una hiedra enredada de nudos.

Y coloreadas rosas sin espinas
junto a revolucionarios claveles carmesí
mezclados con petunias purpurina.

Tengo, tengo, tengo,
para la noche el dondiego,
de esperanzas perdidas
y es que hace tiempo que espero
un ramillete de orquídeas.

Tengo, tengo, tengo…
Azaleas, petunias, gladiolos, romero…
Margaritas de me quiere no me quiere
y dos gardenias de cancionero.

Y en añil las capuchinas
y en terciopelo las violetas,
y tulipanes de margarina
y por la noche huele a menta.

Tengo, tengo, tengo…
Un patio lleno de flores,
y en los tiestos, un montón de pensamientos.
No son todos para ti,
pero he contado, ya, trescientos.

viernes, 3 de junio de 2011

Blanco satén

Magritte

Blanco, nada, hada,
tanto ruido…
Silencio, cuatro y media.
Blanco, sueño, agua, comedia.
Blanco, despavorido,
atrapada, lazada, zurcido.
Dormidina,
blanco, tupido.
Hada, ladrido, anodina
noche, sueño, contigo.
Blanco, nada, ausencia,
urgencia, abrigo.
Doble clic: Blanco.
Intento fallido.