viernes, 1 de mayo de 2009

El Coyote



Es un soñador al que le gusta entonar canciones de Negrete y tangos de Gardel. Cuando se le queja ese corazón que tiene grande, grande para acogernos a todos en él no para de hablar. Así que, mientras estábamos en la sala de Urgencias tuvo a todo un auditorio, de casos urgentes, pendiente de él. Yo observaba la escena que bien la podría haber preparado Almodóvar: Siete personas en sillas de ruedas, vestidas con esas batas azules que dan un aire de fragilidad e indefensión y que además a poco que se descuiden les dejan con el culo al aire. Todas con una vía abierta en las venas, menos él .Él dos, una en cada brazo.
A falta de caballo, las ruedas, y sobre sus rodillas, el galán de la película, sujetaba su inseparable sombrero mientras relataba el encuentro que hace años, cuando ejercía el deporte de la caza, tuvo con un lobo. Contaba, como sólo él sabe hacer, como a pesar de tener al animal en el punto de mira no le disparó. Los “urgentes” estaban entusiasmados y pensé que de un momento a otro iban a estallar en aplausos. Después la tertulia giró, no podía ser de otra forma, sobre el morir y se estableció un debate de cómo podría ser la mejor manera de abandonar este mundo. El galán volvió entonces a recuperar protagonismo cuando un “urgente” señaló que morir ahogado debía ser lo peor. Él tenía su propia historia y contó cuando hace un año se ahogó con un trocito de comida y vio pasar en un instante fugaz los mejores momentos de su vida hasta que perdió el conocimiento. Decía, en menos de un segundo te vas para siempre…y añadía con esa retranca que tienen los gallegos, lo importante es no dejar nunca de respirar. Al tiempo, me miró y me dijo, “las cenizas, ya sabes, al Monte de la Sierra”.
Mirando a mi padre, viendo su actitud, su compostura, su forma de cabalgar en silla de ruedas con el sombrero sobre una de sus rodillas me encontré frente a frente con Don César de Echagüe, “El Coyote” del que tantas historias me contó cuado yo era niña.

6 comentarios:

Escarabajo y Escararriba dijo...

La madre que te parió, ya me hiciste llorar.

Gato Negro dijo...

Cuando le pille le voy a soltar unas frescas... Suerte tiene de tener una gran familia a su lado que le cuida.

galaxia dijo...

Como testigo que fui, corroboro la escena que describes con tanto lirismo costumbrista.Y te añado un dato, gracias a la charla protagonizada por El Cazador, una de las señoras allí presentes le desveló que había estado en mi soñado Villa Cisneros y que vive en Vigo con un hijo suyo que oh, sorpresa!,había estudiado conmigo e incluso habíamos hecho una obra de teatro juntos.¡Larga vida al Cazador!

condado dijo...

Me he asomado a la ventana. Por detrás de la casa, la señora Enriqueta tenía la huerta, después un pequeño terraplén comunicaba estos campos con el pequeño valle que del otro lado recortaba un cañaveral, y campos y árboles en el reguero en que un día apareció la moto que robaran, la Derbi Coyote, mas abajo, la Peña Rachada y coronando la mirada, a la derecha el Monte Pelado y a la izquierda el Monte de la Sierra porque una mini sierra parecía, despues estaba el mundo...

Gato Negro dijo...

Bueno, yo creo que "El Coyote" ya se recuperó y va siendo hora de contar otra cosa...

Jose Antonio Lagar dijo...

Es curioso mi película y mi galán son más propios de una pelicula italiana. Pelo negro, engominado, serio o a media sonrisa, a todas les parecía guapo, divertido y siempre con un cigarro negro entre los labios. Es verdad que la mama tomaba las deciones, pero él nunca perdía la compostura y parecía tener la última palabra.

Tu galán, Candela, nació para ser para ser protagonista, le sobran recursos para desafiar a la muerte y contarle alguna anecdota divertida para robarle unos años más, quizá si hay una guitarra a mano incluso vuelva a cantarle "Brisa do mar". Tu padre también es uno de mis heroes.